Estimada es a los ojos de Jehová La muerte de sus santos. Salmos 116:15
La muerte es una realidad. Todos vamos a morir.
Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio… Hebreos 9:27
A todos nos ha afectado de cerca y es real.
Mi abuela de 95 años de edad, quien había menguado en su salud en los últimos meses había empeorado en las últimas semanas.
Yo estaba de gira en el Caribe, y ella había preguntado qué día yo llegaba. Doy gracias a Dios que me permitió llegar a tiempo y pasar sus últimos momentos con ella. El día 12 de septiembre (hace apenas dos semanas) se fue con el Señor.
Aunque sabemos y tenemos la gran esperanza de vida eterna y la seguridad de que ella caminó con Cristo y está en su presencia (en un lugar mejor que este), no deja de ser muy difícil la separación. En los días que han seguido (después del 12 de septiembre) algunas realidades se han hecho muy evidentes en mi vida en cuanto al verdadero valor de las cosas por las cuales nos esforzamos tanto.
Yo, en lo personal he hecho una evaluación en mi vida y he pesado las cosas que verdaderamente tienen valor y aquellas que en el panorama mayor no sostienen mucho o ningún valor.
Hablamos de Vida
Es común en nuestras iglesias oír continuamente la palabra “avivamiento”. He oído un sinnúmero de buenos sermones atreves de los años en cuanto al avivamiento (personal y de la iglesia como cuerpo).
Dije “buenos sermones” porque en realidad lo son y son tan buenos como las buenas intensiones de los predicadores entregándolos.
Sí, necesitamos avivamiento y posiblemente más, en algunos casos una resurrección. Porque avivamiento (en ingles: revival) es para reavivar un organismo que todavía tiene vida, pero en algunos casos la vida espiritual es no-existente ya por lo que se necesita algo más… una resurrección.
Y no puede haber una resurrección si no hay muerte.
Para que alguien sea resucitado (regresado a la vida) primero tiene que haber muerto.
Hoy nos vamos a morir.
Necesitamos morir a muchas cosas en nuestra vida para que Cristo opere una obra de resurrección en nosotros.
Yo le propongo cosas a las que debemos morir… si usted está de acuerdo señale aquellas en las que usted está dispuesto a morir…
(es posible que ayer usted estaba vivo para esas cosas, pero hoy, usted decide morir a ellas, a la vez, dejando atrás el pasado)
__ Hoy, yo decido morir al pecado.
Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Romanos 6:11
Necesitamos estar muerto al pecado para poder resucitar a vida. Hoy renunciamos a toda impureza, a todo aquello que no proviene de Dios.
__Hoy, yo hago morir todo lo terrenal en mi vida.
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; Colosenses 3:5
No solamente aquellas cosas que tienen que ver con impureza (impureza sexual, lujuria, etc.…), también la avaricia (que es idolatría). En esta sociedad de consumo y gratificación instantánea en que vivimos, se nos ha enseñado que éxito consiste en obtener cosas. Vivimos en una sociedad que idolatra “el aumento”. Cristo nos enseña a desprendernos. A “dejar” cosas por su causa. Hoy dejamos de pensar en cosas terrenales (Fil 3:19). Morimos hoy a lo terrenal.
__Hoy muero a mis intereses.
El mundo no gira alrededor mío y el evangelio no se trata de mí. Pareciera como si el evangelio girara alrededor nuestro. Puede ser que la razón por la que asisto a la iglesia es porque me van a enseñar a tener una mejor estima, a como triunfar en la vida, tener éxito y vivir mejor… esas cosas todas pueden ser buenas (yo enseño a mis hijos a triunfar y estar seguros de sí mismos), pero no es el centro del evangelio, y podemos equivocadamente crearnos la idea de que el evangelio se trata de nosotros.
Lutero (el reformador) dijo: “El evangelio está por encima y fuera de nosotros”.
Cristo es el primogénito de toda la creación (Col 1:15), de él es la gloria en todo (Ef 3;21), todo fue creado por medio de él y para él (Col 1:16), en él es que habita toda la plenitud del Padre (Col 1:19), es bajo sus pies que se sujetan todas las cosas (Heb 2:8).
Necesitamos morir a nuestro egoísmo. Necesitamos morir a nosotros mismos. Hoy vamos a enterrar el “YO”.
Usted sabe a qué cosas personalmente debe morir. Una vez que hayamos muerto a todas esas cosas… entonces seremos resucitados… nueva vida entrará en nosotros… estaremos viviendo la vida de Cristo.
Una vez resucitados, nuestra perspectiva debe cambiar.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1
Si usted muere hoy conmigo a estas cosas, dígamelo. Dígame a qué cosas usted muere HOY. Hagamos un funeral de todas aquellas cosas que HOY han muerto en nuestras vidas. ¡Dejemos que la vida de Cristo nos dé vida… vida que agrade a Dios… vida que traiga honor al Dios… vida que trae verdadero gozo!