Cada día estoy más convencido del cuidado que debo tener con cada palabra que sale de mi boca. ¿Por qué?
1- Porque si no selecciono las palabras correctas, alguien puede malentender el sentido, ser lastimado o mal guiado.
2- Porque existen aquellos que toman lo que uno dice (especialmente en temas delicados) y lo tuercen para llevar a cabo su propia agenda, a veces citando algo que he dicho pero acomodando el sentido y proyectándolo con otro espíritu.
3- Porque existen aquellos que aman la controversia y poner a unos en contra de otros. Estos aman el conflicto más que la verdad.
Entonces, cuando usted oiga a alguien decir: “el hermano Pérez dijo esto o aquello”, no lo de por sentado, venga al audio o escrito original y discierna “en qué espíritu lo estoy diciendo”. Lea las intensiones de lo que se dice.
Estos son parámetros que uso al hablar y escribir.
1- La verdad debe ser entregada en el contexto de amor, siempre.
“siguiendo la verdad en amor Ef 4:15”
2- Discutir y argumentar no produce buenos frutos.
“Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho. Tito 3:9”