Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Génesis 32:24
Todo hombre o mujer de Dios que ha decidido servirle fervientemente, experimentará en cierto momento (o varios momentos) de su jornada lo que es quedar solo… solo con Dios.
Será el momento en el que tu más necesites de otros. El día de la prueba.
En ese día, quienes te aplaudieron en el pasado, aquellos que te alagaron y te elevaron y aun te prometieron que lealmente serían parte de tu misión, sencillamente no estarán ahí.
Eso es precisamente lo que define al hombre o mujer de Dios. Es cuando aprendemos que nuestra confianza debe estar centrada solo en Él. Solo Dios te puede ayudar en la larga noche de la prueba.
Aún Pablo, después de haber influido a muchos y expandido el evangelio a cada esquina del imperio romano, experimentó lo que es quedarse solo. El le dice a Timoteo:
En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. 2 Tim 4:16
Lo importante es que como Pablo podamos decir: “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas (v. 17)”
Amado pastor, predicador, ministro de buenas nuevas, ¿sientes que has quedado solo? ¿te han dejado solo en medio de la prueba? ¿en medio de la presión financiera te han abandonado? ¿no han apoyado el proyecto como la habían prometido y ahora has quedado solo tu con la carga?
¿Sientes que tu predicación que con tanto amor preparaste es ignorada y despreciada por los miembros de la congregación?
¿O que aquellos a quienes ministras sacrificialmente no se interesan por tu necesidad o las necesidades de tu familia?
Amado, amada, las congregaciones pueden ser crueles con sus ministros y la gente te puede abandonar y olvidar fácilmente, pero hoy quiero animarte y decirte que el Señor no te ha abandonado. Él está de tu lado.
La pruebas y el camino de soledad nos dejan marcas. Jacob en esa noche de lucha con el ángel fue descoyuntado de su muslo (Gen 32:25) y quedó cojo.
Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera… Gen 32:31
Sin embargo, son esas marcas las que dan testimonio de que Dios estuvo con nosotros en el día cuando todos nos habían abandonado.
Nuestra asignación hoy, como siervos y siervas del Altísimo, es aprender a caminar con Él. Solo con Dios.
Ver también: