Estos últimos meses, he trabajado intensamente en la serie de teología sistemática. Once volúmenes con más de 1,600 páginas en borrador y cientos de consultas que citan otros libros, otros autores. Solamente, el libro de Escatología contiene más de 80 referencias externas. Ha sido un trabajo gigante que comenzó ya hace tres años, y que yo esperaba concluir a finales de este pasado invierno.
Estas últimas semanas, por causa de una pequeña cirugía —que me interrumpió el poder hablar, y de hecho toda predicación— me sumergí en la labor de escribir. Escribiendo mañana, tarde y noche, sólo despegándome para desayunar, comer (nunca ceno) y para mi tiempo diario salir a caminar.
Finalmente, el trabajo de escribir concluyó la semana pasada, y dije: «‘Gloria a Dios’, al fin, el trabajo está completo».
Ya con algunos volúmenes revisados —el trabajo de revisar los volúmenes ya escritos estaba siendo llevado a cabo desde hace meses—, en mi mente, ya estaba cantando victoria. «Una montaña que hemos cruzado» —dije.
Entonces comenzó el trabajo legal, que en otros libros en el pasado no era muy complicado… pero que en esta serie era «un monstruo esperándome en la puerta», que no había calculado.
Y lo que pensaba que estaba por concluir, de pronto se convirtió en toda una nueva etapa.
Ayer Sábado, después de pasar horas, calculando y preparando la próxima fase, confieso, que por un momento me sentí abrumado. Le dije a mi esposa: «No alcanzo a ver el fin del proyecto… mi mente está cansada».
Entonces, me fui a caminar, y en esto, comenzaron a venir a mi mente algunos de los consejos y prácticas, de los que he escrito y compartido con otros, en un momento de «¡médico, cúrate a ti mismo!».
Regresando a las bases.
Es muy fácil salirnos del reposo. Sucede en un descuido. Y esto pasa, mientras hacemos cosas buenas.
¿Cuántos pastores han muerto en esta pandemia mientras cuidaban a otros?
Me pusieron a guardar las viñas; Y mi viña, que era mía, no guardé. Cantares 1:6 RVR1960
Estoy entrenado para regresar al silencio, una y otra vez. Llevo años practicando, sé como hacerlo —por la gracia de Dios. Aún así, no es fácil.
No es fácil, porque aunque «descansar es un mandamiento, ahora escrito en nuestro corazón», nuestra carne se opone.
Nuestro primer intento es inundarnos de actividades, porque creemos que el servicio trae paz.
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Tenemos la idea de que Dios nos necesita, y si no vamos nosotros nadie irá.
Esto es un error. El día que tu tengas un ataque cardíaco, o una embolia a causa del estrés, tus hermanos en Cristo, tu familia, y los miembros de tu iglesia, te llorarán, luego te enterrarán (si eres pobre, te quemarán), y el mundo seguirá su curso sin ti.
Se que es crudo, pero es realidad.
Es necesario que nos ocupemos de nuestras propias viñas.
En este día, estoy en el reposo.
Mi esposa y yo salimos a pasear esta tarde, tuvimos tiempo para no hacer nada. El trabajo no está hoy en mi mente.
Hoy estoy en la ciudad del silencio. En el lugar donde Dios me habla y puedo oír Su voz. Esto es posible, porque mi espíritu está en quietud.
No hay prisa.
La serie de teología sistemática, se completará eventualmente, pero dentro del ritmo de paz y tranquilidad.
Dentro del reposo eterno.
Te invito a entrar conmigo en ese reposo. No te preocupes por las cosas pendientes por hacer. Tus obras ya están acabadas desde la fundación del mundo.
Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Hebreos 4:3 RVR1960
Ahora en este momento, voy a dedicar un rato a no hacer nada.
¡Bendigo sus vidas!
—JA
Aquí le dejo unos recursos que nos enseñan a practicar estar en paz, solitud y oír la voz de Dios.