Jesús sana al sirviente del centurión
(Mateo 8:5-13, Lucas 7:1-10)
—Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano. Mt 8:8
Un centurión le pidió a Jesús por medio de intermediarios que sanara a su sirviente. Cuando Jesús se dispuso a ir, el centurión expresó que no se sentía digno que que Jesús entrara en su casa. Al saber esto, Jesús curó al sirviente sin verlo y alabó al centurión por su gran fe.
Con solo una palabra de la boca del maestro puedes ser sano(a).
Hoy oro para que él cure tus heridas. En Jesús. Amén.