Durante el hambre del cerco de Samaria, predijo que al día siguiente los víveres serían abundantes y baratos, añadiendo que el oficial incrédulo, que se burló de esta profecía, lo vería pero no lo disfrutaría. Una multitud aplastó a este oficial, que murió ante la puerta de Samaria.
Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria. Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello. 2 Reyes 7:1-2
El sarcasmo que causó la incredulidad de este príncipe le costó la vida. El hombre de Dios habló abundancia, y Dios respaldó su palabra milagrosamente.
La Biblia nos entrega varios milagros de multiplicación, (algunos en los días de Jesús), y este es uno de ellos. Aquí aprendemos a confiar esa palabra de abundancia en lugar de cuestionarla.
HOY. No cuestiones a Dios. Si él ha dicho que “va a suplir todas tus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria (Fil 4:19)”, créelo, dale gracias, recíbelo, dalo por hecho.
Señor, para ti no hay nada imposible. Recibimos tu palabra de abundancia en Cristo Jesús. Amén.